El cazador-buscador era una herramienta mortal usada normalmente por asesinos profesionales.
Del interior del cabezal se deslizó un pequeño cazador-buscador de no más de cinco centímetros de largo. Paul lo reconoció inmediatamente... era un arma asesina que todo niño de sangre real aprendía a conocer desde su más tierna edad. Era una peligrosa y fina aguja de metal, dirigida por un ojo y una mano que se hallaban en las inmediaciones. Se clavaba en la carne viva y luego se abría camino a lo largo del sistema nervioso hasta el órgano vital más próximo.
El buscador se alzó, giró atravesando la estancia, y regresó a su punto de origen.
Esta minúscula máquina flotante era accionada por control remoto por un operador situado cerca.
Por la mente de Paul pasaron en un relámpago sus conocimientos acerca de las limitaciones del cazador-buscador: el débil campo de suspensión distorsionaba la visión del ojo transmisor. Sin otra fuente luminosa que la luz ambiente, el operador debía confiar en el movimiento y atacar a todo lo que se moviese. El escudo estaba en la cama. Una pistola láser podría abatirlo, pero eran armas caras y delicadas que necesitaban un mantenimiento constante, y si tropezaban con un escudo activado existía el peligro de una explosión pirotécnica. Los Atreides confiaban en sus escudos corporales y en su habilidad.
Ahora Paul se había sumido en una inmovilidad catatónica, sabiendo que disponía tan sólo de su habilidad para afrontar el peligro.
El dispositivo volaba a través del aire, usando un pequeño campo suspensor para maniobrar.
El cazador-buscador se elevó otro medio metro. Continuaba oscilando en la trama de sombras y claridad de la ventana, sondeando la estancia.
Debo apoderarme de él, pensó Paul. Pero el campo suspensor lo hará resbaladizo. Debo sujetarlo muy fuerte.
El objeto volvió a descender medio metro, giró a su izquierda y dio la vuelta a la cama. Producía un débil zumbido.
Los sensores del cazador-buscador eran de eficacia limitada y solamente podían detectar el movimiento.
La puerta exterior, a espaldas de Paul, resonó. Se oyó una ligera llamada. La puerta se abrió.
El cazador-buscador pasó rozando casi su cabeza y avanzó hacia el movimiento.
La mano derecha de Paul saltó instantáneamente, aferrando el mortal objeto. Este zumbó y se retorció en su mano, pero sus músculos estaban contraídos desesperadamente. Con un violento giro, golpeó la punta del objeto contra el metal de la puerta. Notó cómo el ojo se rompía entre sus dedos, y el buscador murió en su mano.
Una vez que el movimiento era detectado sin embargo, la muerte estaba casi garantizada.
Deben ser hombres de Hawat, pensó. Tenemos que descubrir al operador de este objeto.
—Ve a reunirte con ellos —dijo—. Infórmales de que he cogido un cazador-buscador en la casa y que deben encontrar al operador. Que registren inmediatamente toda la casa y los terrenos adyacentes. Ellos saben cómo hacerlo. El operador tiene que ser seguramente un extraño entre nosotros.
Y se preguntó: ¿No podría ser esa criatura? Pero sabía que no era posible. El cazador-buscador estaba aún bajo control cuando ella entró.
Este dispositivo de matanza era en sí mismo una diminuta aguja, rociada con un veneno de acción rápida y mortal.
Paul habló casualmente, pero había un asomo de tensión en su tono.
—Un cazador-buscador. Lo cogí en mi dormitorio y le he roto la punta, pero quiero estar bien seguro. El agua tendría que cortocircuitarlo.
—¡Sumérgelo! —ordenó ella.
La aguja esperaba hasta que adquiría un blanco, en cuyo momento, el dispositivo se tiraba sobre la víctima.
—Mi habitación fue supuestamente considerada segura, también. Hawat dijo...
—Era un cazador-buscador —le recordó ella—. Había alguien dentro de la casa operándolo. La onda de control del buscador tiene un radio de acción limitado. Es posible que fuera ocultado en el dormitorio después de la investigación de Hawat.
Pero, al mismo tiempo, pensaba también en el mensaje de la hoja: «...la traición de un compañero fiel o de un lugarteniente». No Hawat, seguramente. Oh, seguramente no Hawat.
Lo bueno que tenía era que la destrucción de un cazador-buscador era algo muy simple.
Como cualquier máquina, podría ser destruida por rompiéndola o sumergiéndola en agua.
Paul Atreides empleó ambos medios para destruir a un cazador-buscador que había sido lanzado para matarlo en Arrakis, poco antes de la invasión de la Casa Harkonnen.
En el juego de Dune el cazador-buscador es un arma mortal para cualquier líder del rival.
2 comentarios:
Esa ilustración parece un avión de papel! xD
El miércoles nos vemos, que tenemos un par de torneos ;)
La verdad que yo también lo pensé.
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