Baliset

3 de marzo de 2010

El detector de venenos, instrumento fundamental...

El detector de venenos es un dispositivos mecánico que fue diseñados para detectar el veneno en los alimentos (chaumas) y en las bebidas (chaumurky).

Normalmente, eran dos los tipos de detectores de venenos que existían: fijo y portátil.

—Hawat ha instalado ya tu detector de venenos en la mesa —dijo—. Pero tienes otro portátil en tu habitación.

—Habéis previsto incluso esta... discrepancia —dijo ella.


Los detectores de veneno fijos generalmente se colocaban en el techo de los cuartos en donde la gente tomaba sus comidas.

Éstos permanecían activos continuamente y emitían una alarma si el veneno era detectado.



Los portátiles eran, por lo general, pequeñas cajas de mano con una extensión con forma de pata de insecto.

Estaba de pie junto al detector de venenos portátil que había sido traído a la sala de conferencias para su desayuno. Los brazos sensores del aparato pendían inertes sobre la mesa, recordando a Paul un extraño insecto muerto recientemente.

La intención del Duque estaba dirigida fuera de las ventanas, al campo de aterrizaje y a los vértices de polvo girando en el cielo matutino.


La extensión tenía un sensor en el otro lado que era pasada por el usuario sobre el alimento o la bebida.

Al igual que el detector de venenos fijo, emitiría una alarma si el veneno fuera detectado.



Los detectores de veneno eran normalmente fabricados o bien por Richese o bien por Ix.

Sin embargo, los dispositivos Ixianos eran mayoritariamente preferidos porque eran más sensibles.

A pesar de todo, los detectores de veneno no eran infalibles, como era lógico pensar, por otra parte.

Algunas formas de veneno no podían ser fácilmente encontradas por los detectores de veneno.

—Calmaos, por favor, mi pobre Duque. No os queda mucho tiempo. Ese diente que os implanté tras vuestra caída en Narcal... debo sustituirlo. Dentro de un momento os adormeceré y os reemplazaré ese diente.—Abrió la mano, contemplando algo que tenía en ella—. Un duplicado exacto, con una exquisita imitación del nervio en el centro. Escapará a todos los detectores habituales, e incluso a un examen profundo. Pero si apretáis violentamente vuestra mandíbula, la capa externa se rompe. Entonces, si expeléis muy fuerte el aliento, difundiréis a vuestro alrededor un gas letal... absolutamente letal.

Leto miró a Yueh y captó la locura en los ojos del hombre, la transpiración goteando a lo largo de su frente hasta su mentón.


Los detectores eran dispositivos costosos, y fueron empleados habitualmente por las familias ricas durante los días de los Faufreluches.

Por otra parte, estas familias requerían casi siempre de detectores porque eran ricas precisamente.

Llevará bien el título, pensó el Duque, y se dio cuenta con un estremecimiento de que aquel era también un pensamiento de muerte.

Paul vio a su padre en el umbral, y evitó su mirada. Miró hacia el grupo de los invitados, manos enjoyadas sosteniendo los vasos (y la discreta inspección de los detectores de veneno disimulados en cualquier objeto). Viendo aquellas bocas incansables, Paul sintió un repentino desánimo. No eran más que máscaras baratas aplicadas sobre pensamientos infectos, voces chillonas que se alzaban para intentar dominar el profundo silencio que reinaba en sus pechos.

Estoy de mal humor, pensó Paul, y se preguntó qué hubiera dicho Gurney al respecto.


De hecho, tales dispositivos eran bastante comunes cuando las grandes casas del viejo Imperio se reunían.

En el comedor de la gran casa de Arrakeen, las lámparas a suspensor estaban encendidas para combatir la creciente oscuridad. Su amarillenta claridad iluminaba la negra cabeza de toro de ensangrentados cuernos, y se reflejaba en el oscuro retrato al óleo del Viejo Duque.

Bajo los talismanes parecía brillar con los reflejos de la platería de los Atreides, dispuesta en perfecto orden a lo largo de la enorme mesa... pequeños archipiélagos de vajilla junto a las copas de cristal, ante las sillas de madera tallada. El clásico candelabro central estaba apagado, y su cadena se perdía en las sombras del techo, donde estaba disimulado el mecanismo del detector de venenos.

Haciendo una pausa en el umbral para inspeccionar la disposición de la mesa, el Duque pensó en el detector de venenos y lo que significaba en su sociedad.


En la época de las Horadas Matres, los detectores de veneno seguían todavía funcionando.

Pero obviamente, el desarrollo tecnológico los había hecho más pequeños y menos incómodos.

En el juego de Dune, como se podrán imaginar mis lectores, era un detector portátil.

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