
Paul observó como el
hombre se ponía en movimiento hacia la mesa de adiestramiento con su carga de armas,
y vio el baliset de nueve cuerdas que Gurney llevaba al hombro y el multipic
colocado entre las cuerdas, junto a los trastes.
La forma de tocar un baliset era pulsando las cuerdas, parecida
por tanto también a la forma en que se toca una guitarra:
—Mattai os pide una
canción para endulzar su muerte, señor. Dice que vos sabéis una... la que os ha
pedido tantas veces —el lugarteniente tragó saliva—. Es aquella llamada «Mi
mujer», señor. Si vos...
—Ya sé —Halleck tomó
el baliset, sacó el multipic y lo ajustó a su dedo. Pulsó una cuerda del instrumento,
comprobando que alguien lo había afinado por él. Sintió un ardor en los ojos,
pero rechazó todo pensamiento mientras avanzaba, probando unos acordes y
esforzándose por sonreír de una manera casual.
Halleck deslizó el
baliset de su hombro y empezó a afinarlo.
—Si tú no quieres
hablar, yo tampoco —dijo.
Sin embargo, los trovadores no eran los únicos que hacían
uso de este instrumento, los miembros de la nobleza, así como muchos Fremen,
eran conocidos por tocar el baliset:
Gurney se tiró de la
oreja izquierda.
—Una bien pobre
decoración, teniendo en cuenta lo que han sufrido escuchando por el ojo de la cerradura
a cierto jovencito que intentaba extraer algunas extrañas notas de su baliset.
—Así que ya has
olvidado lo que significa encontrarse la cama llena de arena fina —dijo Paul.
Tomó de la mesa un cinturón escudo y se lo colocó rápidamente a la cintura—.
Entonces, vamos a luchar.En el juego, el baliset era una carta sin valor, pero hubiera estado gracioso que durmiésemos a nuestros rivales tocándolo.
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